martes, 16 de abril de 2013

Carta de un padre a un hijo


Querido hijo:

Si alguna vez, cuando seas mayor y hayas formado tu familia y, por azar de la vida, te pasa lo que a mí me está pasando, quiero decirte esto:

Si uno de tus hijos, hijo o hija, no importa, notas que te trata mal y, sin motivo real o aparente, parece que te odiara, te mira como si fueras su enemigo y si quieres hablar con él te dice no me hables, no te escucha, critica todo, se queja de todo, anda soltando denuestos, insultos y maldiciones, todo le parece malo, escucha música disonante y hasta chocante, se viste de manera estrafalaria si es varón, y si es mujer todo el tiempo se queja de que no tiene nada para ponerse y su ropero está lleno de trapos extravagantes, fuera de onda según ella, y en sus estudios tiene problemas, habla con él o ella y plantéale la disyuntiva: ¿quieres mujer o marido?

Pues entonces cásate o júntate con tu pareja, si lo prefieres, pero, por favor, no hagas de nuestra vida un martirio, no tienes derecho. Si no quieres estudiar, no estudies. Si todo te parece malo, nada te gusta, te has enamorado o quieres enamorarte, adelante, da rienda suelta a tus instintos y tus desatinos, pero, por favor, no nos maltrates ni nos atormentes.

La solución es sencilla, opta por el desastre, haz de tu vida un calvario o un paraíso, según puedas. Pero ya de una vez, eso es necesario para los dos, para ti y para mí, no nos vengas con el cuento de que nadie te quiere. Todos los que somos tu familia te queremos mucho, mucho más de lo que te imaginas, con un amor sincero, inconmensurable y eterno.

Tampoco nos vengas con el cuento de que nadie te entiende, todos o casi todos entendemos lo que te pasa y déjate de majaderías. Nuestro calvario no puede continuar. No tienes derecho a atormentar nuestra triste existencia, haciéndola más triste todavía.

Se como un pequeño cascabel que nos alegra la vida y nos llena de ilusiones ciertas, no de planes y más planes, queremos realidades, porque realidad eres tú y todo lo que te rodea. Sueña, sí, pero con los pies en la tierra, encarando seriamente lo que te depare la vida, lo necesitas tú y todos los que te queremos.

Atentamente,
Tu padre

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